“Para ver las cosas de cerca, a veces conviene alejarse un poco” – Anónimo.
Sin duda resulta abrumador explicar y cuestionarse sobre las raíces del conflicto Palestino – Israelí. Entre argumentos religiosos, humanitarios, legales y éticos, podemos perdernos entre una interminable literatura que defienda a uno u otro bando. No obstante, en mi punto de vista, la explicación principal del conflicto entre ambos pueblos, radica esencialmente en el modelo económico corrupto de las organizaciones políticas que gobiernan al pueblo Palestino: Autoridad Palestina y Hamas.
Ambas autoridades pelean entre sí y se violentan desde hace años.
Autoridad Palestina y Cisjordania:
El presupuesto interno de la Autoridad Palestina es de $3 mil millones de dólares anuales. Adicional a ello, los palestinos reciben alrededor de $2.2 mil millones de ayuda exterior, equivalente a un 45% del presupuesto total.
De este presupuesto, una buena parte se destina a los casi 160 mil funcionarios públicos que trabajan en el sistema, siendo una de las burocracias más grandes e ineficientes del mundo. De igual forma, se estima que un 10% del PIB se destina a financiar familias de “mártires terroristas” que son premiadas cuando llevan a cabo atentados en contra del Estado de Israel. Gran parte de esta ayuda internacional, se sustenta en la política de “resistencia”.
La autoridad palestina tiene un modelo cuasi dictatorial, gobernada por Mahmud Abbas desde hace 16 años, donde el estatus actual es la “cancelación de las elecciones por tiempo indefinido”. Su organización es investigada por desvíos por 700 de millones de dólares.
Hamas y Gaza:
Israel se retiró unilateralmente de la franja de Gaza en 2005, desmantelando cualquier asentamiento judío existente. Desde ese momento, Hamas asumió el control autónomo de sus territorios, situación que representó el cierre del 85% de las empresas ahí existentes, y que el desempleo creciera de un 12% a un 52% de la población. A partir de que Hamas tomó el control de la franja de Gaza, el 46% de su población vive con menos de 5.5 dólares al día, lo que se considera inseguridad alimentaria (los miles de cohetes, túneles y bases militares absorben buena parte del presupuesto).
Los enfrentamientos con Israel para la franja de Gaza son económicamente devastadores, toda vez que su estructura terrorista de ataque se esconde entre edificios de la sociedad civil Palestina, lo cual significa la destrucción de una buena parte de su infraestructura en cada conflicto al momento en que Israel contraataca los sitios de lanzamiento de misiles. Adicionalmente a escudarse en su propia sociedad, Hamas dispara un 15% de su artillería dentro de su propio territorio por equivocación.
El gobierno de Hamas es dictatorial también, y están prohibidos los matrimonios entre gente que tiene distintos colores de piel, el aborto y el viaje de mujeres solteras. Hay pena de muerte a homosexuales, y aún utilizan castigos como arrancar las uñas de los dedos a “traidores a la patria” o quemar con ácido a mujeres acusadas de infidelidad.
El pueblo Palestino sin duda vive en una crisis humanitaria, situación que debe ser condenada. No obstante, resulta verdaderamente difícil dialogar con 2 fracciones políticas opuestas entre ellas, que abiertamente financian el terrorismo, dependen de ayuda internacional que se sustenta en políticas también terroristas, y tienen burocracias enormes que reciben sueldos y subsidios.
El Pueblo palestino merece una mejor representación que permita una eventual negociación para la creación de un Estado Palestino. Las sociedades civiles, tanto israelíes como palestinas, no pueden seguir siendo víctimas de sus gobiernos. El círculo vicioso de: Ataques terroristas – bloqueos económicos en represalia – presupuesto compensador que apoya el terrorismo – escalamiento militar del conflicto; no tiene sentido para nadie…excepto para los brazos políticos que subsisten económicamente con dicho sistema.